viernes, 10 de enero de 2020

El Pueblo del Folklore. Aportes para el debate.


 Prof. Luis Alberto Ferreira Carmelé

En general, las cuestiones del folklore como ciencia llevan bastante tiempo sin lograr consensos generalizados.  Encontramos teorías que mantienen los postulados y definiciones de los orígenes, o sea los del siglo XIX; otras que establecieron algunas modificaciones, y otras más recientes que van buscando revitalizar, dar nuevos aires, a un campo de conocimiento que según estas últimas -de no cambiar sus estructuras “arcaicas”- el folklore como ciencia dejaría de existir. Las cosas están así, muy vivas para algunos y a punto de morir para otros. Podemos apreciar en esta breve recorrida que sus contenidos e investigaciones  se encuentran dentro del campo de estudio de otras ciencias como por ejemplo: la Antropología cultural y filosófica, Etnografía, Filosofía, Estética, Sociología y Lingüística, que según mi criterio, deberían aportar sólo como ciencias auxiliares.
Podrán ustedes leer a continuación algunos autores y bibliografía hispanoamericanos para iniciar un debate sobre la definición del folk. Existen muchos más. Los hay también europeos y norteamericanos que en esta ocasión se los alude solamente en forma tangencial. Por razones de espacio, no de discriminación arbitraria, no se incluyen aportes de la cultura oriental ni estudios de folkloristas del continente africano.
El gran investigador y folklorólogo argentino Dr. Ismael Moya (1900-1981) escribía: “… ¿cuál es ese pueblo que hereda y disfruta los bienes del folklore?... El pueblo todo, sin determinación de esferas, porque el folklore es como un aire que, trascendido de aroma antiguo, recorre las gradaciones de la sociedad, desde aquella donde se acogen los campesinos, … y en los conventillos, hasta las que integran la clase media y la encumbrada en el orden intelectual, artístico y económico…” (1956:29)  
Augusto Raúl Cortazar (1910-1974) por su parte, en su tan difundido y arraigado trabajo “Qué es el folklore”, va directamente a las voces arcaicas sajonas utilizadas por William John Thoms en su original acepción de 1846 para validar su definición de pueblo. Escribió Cortazar: “… sin duda [Thoms] quería destacar el carácter antiguo, tradicional, sobreviviente, de los fenómenos que la nueva ciencia se proponía estudiar…” (1954:10) Además, como definición contundente, agrega “… el Folklore proclama desde su mismo nombre que el objeto circunscripto de su estudio es el pueblo, entendiendo por tal un sector integrante de otro conjunto social más amplio, que sería la sociedad contemporánea, dentro de la cual actúan también otros núcleos (instruídos, librescos, urbanos, letrados y dirigentes, por una parte, y etnográficos por otra) que se diferencian de aquél por su posición social, el tipo de su educación, su ideal de cultura y hasta por su distribución geográfica dentro de cada país, pues interesan al Folklore, primordialmente y en conjunto, los grupos humanos rurales o extraurbanos, de vida marginal y relativamente aislada…” (1954:20-21)  Como podemos apreciar, el pueblo que considera Cortazar en su definición, es un sector bien definido dentro de la sociedad. Para algunos autores un concepto reduccionista y antidemocrático.
Carlos Vega (1898-1966), por su parte, escribió en su libro “La ciencia del folklore” con relación a la definición de pueblo lo siguiente: “… si lo que interesa principalmente a nuestra ciencia son las cosas antiguas – los pervivientes hechos de cultura – no será difícil una caracterización del “pueblo” que busca nuestra materia. Para la ciencia del folklore, pueblo es el conjunto de individuos que usufructúa las supervivenciasNingún grupo folklórico posee únicamente supervivencias; los grupos que desde el punto de vista moderno las poseen casi con exclusividad  son los etnográficos… el pueblo que interesa al Folklore se define por la posesión de los hechos folklóricos. Es la posesión de las cosas folklóricas lo que convierte en “pueblo” a los grupos, y no a la inversa…” (1960:45-46)
Luego define concretamente: “… el pueblo por excelencia, el verdadero pueblo del folklore, está constituido por grupos de individuos enlazados, uniformados por el usufructo común de las mismas supervivencias… y asienta en aldeas o está relativamente disperso por la campaña, siempre entre grandes y pequeñas instituciones de la nación. Las cosas folklóricas que conservan ciertos sujetos de las ciudades, “urbanizados”, no tienen la calidad de esas vivencias rurales victoriosas en el uso, porque están “duplicadas” en sus espíritus…” (1960:48)
Observamos en Vega ciertos criterios de análisis muy particulares: supervivencias culturales, ubicación y caracterización de los grupos etnográficos y superiores con relación a lo folklórico y la falta de “pureza folklórica” en los habitantes de las sociedades urbanas, aunque reconoce en ellas algunos sectores que conservan supervivencias espirituales.
Don Lázaro Flury (1909-2002), escribió en su trabajo “Perspectiva del folklore” acerca del reconocimiento del folklore urbano: “… Imbelloni [José] no se equivocó en la percepción del folklore ciudadano, mas lo subestimó involuntariamente, pues no se trata de clases ínfimas de la ciudad, sino de la inmensa mayoría de la masa ciudadana la que origina ese fenómeno… Actualmente la dispersión de esas expresiones es mucho mayor que en aquel entonces por la influencia de la radiotelefonía y la televisión… Hasta ahora se ha negado al hombre urbano condición “folk”; o sea condición de creador o portador por corresponder su ubicación al estrato superior…” (1970:32-33)
Algunos aportes  de los que menciona el destacado investigador santafesino son: Folklore urbano, personas citadinas portadoras y creadoras de fenómenos folklóricos y medios masivos de comunicación apareciendo en la escena del debate.
Las investigadoras Marta Blache (1933-2016) y Ana María Dupey, en un artículo del año 2007 afirman: “… El centro de gravedad [del folklore] ya no estaba en el origen rural, en las características intrínsecas de la manifestación, ni en las meras descripciones, sino en el comportamiento activo y reflexivo del ser humano. Comportamiento donde el lenguaje tiene un rol decisivo dado que está inserto en las actividades concretas de la vida cotidiana y… es constitutivo de dichas actividades…” (2007:310)
El Folklore más allá de nuestras fronteras
 La posición frente al tema del folk es muy distinta en autores europeos y estadounidenses. Un investigador chileno que se acerca con sus novedosos postulados  a dichas escuelas es Manuel Dannemann (1932), el cual, en síntesis, se expresó así acerca del folklore y del folk en especial: “… En el sentido más amplio puede decirse que el llamado folklore se encuentra en todas las formas y funciones del comportamiento humano, sin límites étnico-sociales para ningún grupo, por cuanto el quehacer folklórico corresponde, fundamentalmente, a una clase de cultura… Esta posición reconoce y defiende la libertad del folklore, y, en consecuencia, la del hombre… según postulados de la Antropología filosófica…” (1984:29)
Dannemann abre así, parafraseando a varios investigadores de la ciencia folklórica, el campo de estudio del folklore a otras perspectivas  temáticas y a otras definiciones que colocan al hombre, no importando su ubicación geográfica o económica-social, en el lugar fundamental del debate sobre lo folklórico. Es contundente al escribir que existe una cultura folklórica, y cuestiona, colocando en un segundo plano a las normas consideradas “inamovibles” por la escuela clásica o idealista.
A modo de conclusión, considero que los debates existentes deberían establecer la total independencia de este campo de estudio, tan importante dentro del ámbito de las ciencias humanísticas. Creo a la vez, que uno de los desafíos del siglo XXI es dotar a la ciencia folklórica o folklorística de un lugar que viene buscando desde sus orígenes y no termina de lograr.

Bibliografía
-         Moya, Ismael (1956). Didáctica del Folklore. Ciordia y Rodríguez. Buenos Aires.
-         Cortazar, Augusto Raúl (1965). Esquema del Folklore. Columba. Buenos Aires.
-         Cortazar, Augusto Raúl (1954). Qué es el Folklore. Lajouane. Buenos Aires.
-         Vega, Carlos (1960). La Ciencia del Folklore. Nova. Buenos Aires.
-         Flury, Lázaro (1970). Perspectiva del Folklore. Colmegna. Santa Fe.
-   Dannemann, Manuel (1984). El Folklore como Cultura. Revista Chilena de Humanidades N° 6. Facultad de Filosofía, Humanidades y Educación Universidad  de Chile. Santiago. Chile.
-     Dannemann, Manuel (1983). La Cultura de la Simetría. El Viejo Thoms y el nuevo Folklore. Congreso Internacional de Folklore Iberoamericano. Santiago del Estero. Argentina.
-          Blache, Martha (1981). Conceptualización del Folklore en Hispanoamérica y en la Argentina. Primer Congreso Iberoamericano de Estudios del Folklore. Las Palmas de Gran Canaria.
-    Blache, Martha y Dupey, Ana (2007). Itinerarios de los Estudios Folklóricos en la Argentina. En Relaciones de la Sociedad Argentina de Antropología XXXII.

Para ampliar datos del artículo visite: https://elfogondeluisferreiracarmele.blogspot.com/
         Para comunicarnos por las redes en: https://twitter.com/luchofe61
                                                                    https://www.facebook.com/ferreiracarmele


Resultado de imagen para lazaro flury

Prof. Lázaro Flury