En general, las cuestiones del
folklore como ciencia llevan bastante tiempo sin lograr consensos generalizados. Encontramos teorías que mantienen los
postulados y definiciones de los orígenes, o sea los del siglo XIX; otras que
establecieron algunas modificaciones, y otras más recientes que van buscando
revitalizar, dar nuevos aires, a un campo de conocimiento que según estas
últimas -de no cambiar sus estructuras “arcaicas”- el folklore como ciencia
dejaría de existir. Las cosas están así, muy vivas para algunos y a punto de
morir para otros. Podemos apreciar en esta breve recorrida que sus contenidos e
investigaciones se encuentran dentro del
campo de estudio de otras ciencias como por ejemplo: la Antropología cultural y
filosófica, Etnografía, Filosofía, Estética, Sociología y Lingüística, que
según mi criterio, deberían aportar sólo
como ciencias auxiliares.
Podrán ustedes leer a
continuación algunos autores y bibliografía hispanoamericanos para iniciar un
debate sobre la definición del folk. Existen muchos más. Los hay también
europeos y norteamericanos que en esta ocasión se los alude solamente en forma
tangencial. Por razones de espacio, no de discriminación arbitraria, no se
incluyen aportes de la cultura oriental ni estudios de folkloristas del continente
africano.
El gran investigador y
folklorólogo argentino Dr. Ismael Moya (1900-1981) escribía: “… ¿cuál es ese
pueblo que hereda y disfruta los bienes del folklore?... El pueblo todo, sin determinación
de esferas, porque el folklore es como un aire que, trascendido de aroma
antiguo, recorre las gradaciones de la sociedad, desde aquella donde se acogen
los campesinos, … y en los conventillos, hasta las que integran la clase media
y la encumbrada en el orden intelectual, artístico y económico…” (1956:29)
Augusto Raúl Cortazar (1910-1974)
por su parte, en su tan difundido y arraigado trabajo “Qué es el folklore”, va
directamente a las voces arcaicas sajonas utilizadas por William John Thoms en
su original acepción de 1846 para validar su definición de pueblo. Escribió
Cortazar: “… sin duda [Thoms] quería destacar el carácter antiguo, tradicional,
sobreviviente, de los fenómenos que la nueva ciencia se proponía estudiar…”
(1954:10) Además, como definición contundente, agrega “… el Folklore proclama
desde su mismo nombre que el objeto circunscripto de su estudio es
el pueblo, entendiendo por tal un sector integrante de otro conjunto social más
amplio, que sería la sociedad contemporánea, dentro de la cual actúan también
otros núcleos (instruídos, librescos, urbanos, letrados y dirigentes,
por una parte, y etnográficos por otra) que se diferencian de aquél por su
posición social, el tipo de su educación, su ideal de cultura y hasta por su
distribución geográfica dentro de cada país, pues interesan al Folklore, primordialmente
y en conjunto, los grupos humanos rurales o extraurbanos, de vida marginal y
relativamente aislada…” (1954:20-21) Como podemos apreciar, el pueblo que considera
Cortazar en su definición, es un sector bien definido dentro de la sociedad.
Para algunos autores un concepto reduccionista y antidemocrático.
Carlos Vega (1898-1966), por su
parte, escribió en su libro “La ciencia del folklore” con relación a la
definición de pueblo lo siguiente: “… si lo que interesa principalmente a
nuestra ciencia son las cosas antiguas – los pervivientes hechos de cultura –
no será difícil una caracterización del “pueblo” que busca nuestra materia. Para
la ciencia del folklore, pueblo es el conjunto de individuos que usufructúa las
supervivencias… Ningún grupo folklórico posee únicamente
supervivencias; los grupos que desde el punto de vista moderno las poseen casi
con exclusividad son los etnográficos…
el pueblo que interesa al Folklore se define por la posesión de los hechos
folklóricos. Es la posesión de las cosas folklóricas lo que convierte en
“pueblo” a los grupos, y no a la inversa…” (1960:45-46)
Luego define concretamente: “… el
pueblo por excelencia, el verdadero pueblo del folklore, está constituido por
grupos de individuos enlazados, uniformados por el usufructo común de las
mismas supervivencias… y asienta en aldeas o está relativamente disperso por la
campaña, siempre entre grandes y pequeñas instituciones de la nación.
Las cosas folklóricas que conservan ciertos sujetos de las ciudades,
“urbanizados”, no tienen la calidad de esas vivencias rurales victoriosas en el
uso, porque están “duplicadas” en sus espíritus…” (1960:48)
Observamos en Vega ciertos
criterios de análisis muy particulares: supervivencias culturales, ubicación y
caracterización de los grupos etnográficos y superiores con relación a lo
folklórico y la falta de “pureza folklórica” en los habitantes de las sociedades
urbanas, aunque reconoce en ellas algunos sectores que conservan supervivencias
espirituales.
Don Lázaro Flury (1909-2002), escribió
en su trabajo “Perspectiva del folklore” acerca del reconocimiento del folklore urbano: “… Imbelloni [José] no se equivocó
en la percepción del folklore ciudadano, mas lo subestimó involuntariamente,
pues no se trata de clases ínfimas de la ciudad, sino de la inmensa mayoría de
la masa ciudadana la que origina ese fenómeno… Actualmente la dispersión de
esas expresiones es mucho mayor que en aquel entonces por la influencia de la
radiotelefonía y la televisión… Hasta ahora se ha negado al hombre urbano
condición “folk”; o sea condición de creador o portador por corresponder su
ubicación al estrato superior…” (1970:32-33)
Algunos aportes de los que menciona el destacado investigador
santafesino son: Folklore urbano, personas citadinas portadoras y creadoras de
fenómenos folklóricos y medios masivos de comunicación apareciendo en la escena
del debate.
Las investigadoras Marta Blache
(1933-2016) y Ana María Dupey, en un artículo del año 2007 afirman: “… El
centro de gravedad [del folklore] ya no estaba en el origen rural, en las
características intrínsecas de la manifestación, ni en las meras descripciones,
sino en el comportamiento activo y reflexivo del ser humano. Comportamiento
donde el lenguaje tiene un rol decisivo dado que está inserto en las actividades
concretas de la vida cotidiana y… es constitutivo de dichas
actividades…” (2007:310)
El Folklore más allá de nuestras
fronteras
La posición frente al tema del
folk es muy distinta en autores europeos y estadounidenses. Un investigador
chileno que se acerca con sus novedosos postulados a dichas escuelas es Manuel Dannemann (1932),
el cual, en síntesis, se expresó así acerca del folklore y del folk en especial:
“…
En el sentido más amplio puede decirse que el llamado folklore se encuentra en
todas las formas y funciones del comportamiento humano, sin límites
étnico-sociales para ningún grupo, por cuanto el quehacer folklórico
corresponde, fundamentalmente, a una clase de cultura… Esta posición reconoce y
defiende la libertad del folklore, y, en consecuencia, la del hombre… según
postulados de la Antropología filosófica…” (1984:29)
Dannemann abre así, parafraseando
a varios investigadores de la ciencia folklórica, el campo de estudio del
folklore a otras perspectivas temáticas
y a otras definiciones que colocan al hombre, no importando su ubicación
geográfica o económica-social, en el lugar fundamental del debate sobre lo
folklórico. Es contundente al escribir que existe una cultura folklórica, y
cuestiona, colocando en un segundo plano a las normas consideradas “inamovibles” por la escuela clásica o
idealista.
A modo de conclusión, considero
que los debates existentes deberían establecer la total independencia de este
campo de estudio, tan importante dentro del ámbito de las ciencias
humanísticas. Creo a la vez, que uno de los desafíos del siglo XXI es dotar a
la ciencia folklórica o folklorística de un lugar que viene buscando desde sus
orígenes y no termina de lograr.
Bibliografía
- Moya, Ismael (1956). Didáctica del Folklore.
Ciordia y Rodríguez. Buenos Aires.
- Cortazar, Augusto Raúl (1965). Esquema del
Folklore. Columba. Buenos Aires.
- Cortazar, Augusto Raúl (1954). Qué es el
Folklore. Lajouane. Buenos Aires.
- Vega, Carlos (1960). La Ciencia del Folklore.
Nova. Buenos Aires.
- Flury, Lázaro (1970). Perspectiva del Folklore.
Colmegna. Santa Fe.
- Dannemann, Manuel (1984). El Folklore como
Cultura. Revista Chilena de Humanidades N° 6. Facultad de Filosofía,
Humanidades y Educación Universidad de
Chile. Santiago. Chile.
- Dannemann, Manuel (1983). La Cultura de la
Simetría. El Viejo Thoms y el nuevo Folklore. Congreso Internacional de
Folklore Iberoamericano. Santiago del Estero. Argentina.
-
Blache, Martha (1981). Conceptualización del
Folklore en Hispanoamérica y en la Argentina. Primer Congreso Iberoamericano de
Estudios del Folklore. Las Palmas de Gran Canaria.
- Blache, Martha y Dupey, Ana (2007). Itinerarios
de los Estudios Folklóricos en la Argentina. En Relaciones de la Sociedad
Argentina de Antropología XXXII.
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Prof. Lázaro Flury
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