El presente trabajo tiene como objetivo específico poner a consideración de los lectores el Cielito del Brigadier. Una danza original que tiene como autores a Jorge Severo Abdala, Silvia Giménez y Luis Alberto Ferreira en coreografía y a Jorge Severo Abdala y Luis Ferreira en música y letra.
Antes de hacerlo, creo pertinente, repasar algunos conceptos y estudios hechos por excelentes investigadores sobre El Cielito como especie musical, coreográfica y literaria.
Lázaro Flury, escribió en el diario El Litoral de Santa Fe lo siguiente:
“El cielito-danza precede al cielito como canto épico, más no como manifestación sentimental. Como expresión corística aparece en Buenos Aires con el nombre genérico de Contradanza en el año 1747, según las referencias de un manuscrito existente en la Biblioteca Nacional… La contradanza comienza a tomar el nombre de cielito en 1808, después de las invasiones inglesas. Este bautismo criollo parece obedecer al nombre de una de sus figuras “El cielo” representado en los movimientos frontales que más tarde se llamaron “balanceos”; y también podría atribuirse a la proverbial galantería de la colonia: “Mi cielo” con la misma acepción de “mi vida”…
Lo evidente es que el Cielito es, ante todo, canto épico, para expresar un estado de ánimo de la masa anónima que siente hervir en su sangre el perenne anhelo del hombre: la libertad…” (1) En este escrito, el eminente profesor santafesino menciona el año 1747. Esto puede llamar la atención, pero se puede leer en una referencia que se consigna en la Descripción de las Fiestas Reales de aquel tiempo que dice: “… En las dos noches el Gobernador y Capitán general propinó un magnífico refresco á todos los circunstantes que sirvió de paréntesis para las contradanzas, minuetos y arias…” (2) Con relación a la definición del término, Fernández Latour (1988:41) escribió: El cielito es el “…Nombre que designa tres especies folklóricas: el texto poético, la danza y la música, que confluyeron en un fenómeno único; pero que luego se disociaron para seguir sus propias trayectorias. Como danza, el cielito integra con el Pericón y la Media Caña, el grupo principal de nuestras grandes danzas de conjunto. Es baile de parejas sueltas interdependientes, derivado de la contradanza, e incorpora elementos criollos alegres y vivaces. Algunas de sus principales variantes fueron el “Cielito en Batalla” y el “Cielito de la Bolsa con relaciones…” (3) Hasta este punto de las citas bibliográficas y de artículos periodísticos podemos decir que la Contradanza o Cielito tiene una antigüedad en el Río de la Plata que se remonta a mediados del siglo XVIII (1747), o sea, finales de nuestra etapa colonial. Sin embargo, fue precisamente en el período revolucionario (1806-1824) que el Cielito o Cielo, tuvo su esplendor y mayor dispersión literaria y musical.
En lo literario específicamente, Los Cielitos y Diálogos Patrióticos de Bartolomé Hidalgo se nos leyeron o enseñaron como la primera manifestación literaria gauchesca y libertaria de la especie en cuestión. Referido a esto encontramos una cita muy interesante en un artículo del autor Rogelio Demarchi (2008) en la revista Espéculo de la Universidad Complutense de Madrid; la cual reproduzco a continuación en un primer punto del artículo total: “…La primera publicación conjunta de las poesías gauchescas de Bartolomé Hidalgo estuvo a cargo de Martiniano Leguizamón [1917], casi cien años después de la muerte del poeta uruguayo, y apenas abarcaba doce poemas. Con todo, desde entonces y hasta hace relativamente pocos años, diversos investigadores han aportado pruebas que llevan a reducir esa cantidad de poemas. Por caso, Antonio Praderio [1986] sostiene: [a] que los dos primeros cielitos que Leguizamón le adjudica a Hidalgo - Cielitos que con acompañamiento de guitarra cantaban los patriotas al frente de las murallas de Montevideo y el Cielito a la aparición de la escuadra patriótica en el puerto de Montevideo-, en realidad forman parte de la recopilación hecha por Francisco Acuña de Figueroa en su Diario histórico del sitio de Montevideo. y [b] que el Cielito oriental es tan diferente a los demás cielitos de Hidalgo que perfectamente podría no haberlo escrito, y si a pesar de ello no lo impugna es por una inexplicada «secreta convicción» [Pradeiro:1986]. (Por si no queda claro: la secreta convicción de un investigador no es razón suficiente para dilucidar la autoría de una obra.) En cuanto al Cielito de la independencia, ya Mario Falcao Espalter [1918: 74] había señalado que no podía haber sido escrito por Hidalgo, y Praderio [1986] ha ratificado esa opinión. El argumento de ambos es el mismo; taxativo y sintético, aunque bien valdría un libro: un oriental artiguista jamás podría haber cantado la proclamación de la independencia de las Provincias Unidas en el Congreso de Tucumán de 1816 por la sencilla razón de que la Provincia Oriental no participó de ese encuentro. Además, el cielito menciona expresamente a los argentinos, término que por entonces era sólo usado por los porteños, como lo ha demostrado José Carlos Chiaramonte [1997: 64]: el vocablo argentino, como adjetivo, «en las primeras décadas del siglo XIX, antes y después de la Independencia, significa simplemente “porteño”»; en consonancia con ello, el vocablo Argentina, como sustantivo, nombraba el proyecto de un Estado con Buenos Aires por capital e integrado por aquellos territorios que se subordinaran a ella. Un ejemplo interesante que analiza Chiaramonte [ibid.: 111-124] y que tiene que ver con la literatura: la famosa antología de poesías titulada La lira argentina -publicada en 1824- tiene un subtítulo por completo olvidado, colección de piezas poéticas dadas a luz en Buenos-Ayres durante la guerra de su independencia. Entre uno y otro se establece una posesión: la argentina es de Buenos Aires. Por lo tanto, apenas si nos quedan ocho poemas cuya autoría no está en discusión…” (4) Cinco Cielitos y tres Diálogos, agrego para aclarar la afirmación.
Con relación a otros conceptos generales, leemos en la obra del gran musicólogo Carlos Vega lo siguiente: “El Cielito fue el gran canto popular de la Independencia. Atraído por la revolución, vino de las pampas bonaerenses, ascendió a los estrados, se incorporó a los ejércitos y difundió por Sudamérica su enardecido grito rural. Soldado inmediato y pronto, al lado del himno majestuoso, es aguijón de la aventura… Inicia su expansión en 1810 y, poco después… marcha con los soldados. Va al Uruguay… va a Bolivia tal vez no con las primeras legiones… sino con los cuerpos bonaerenses que se les incorporan después de la Batalla de Tucumán… Va a Mendoza y a Chile. Un memorialista chileno (Eugenio Pereyra Salas) dice: “San Martín, con su ejército, en 1817, nos trajo el Cielito”… Va al Paraguay, también en temprana fecha; la tradición oral lo conserva hasta hoy …” (la negrita es mía) (5) Al mencionar Carlos Vega que el Cielito va al Paraguay en temprana fecha, está haciendo referencia a la campaña que llevó hasta aquellas geografías el General Manuel Belgrano y sus huestes y soldados. Para probar documentalmente la aseveración que el general Belgrano sabía bailar muy bien Cielitos, y que esta danza la llevó a distintas zonas desde Buenos Aires vamos a una cita de las memorias del Coronel Lorenzo Lugones publicadas por la profesora Mabel Ladaga, que dice: “… Después de la batalla de Salta, cuando el general Belgrano retoma la iniciativa e invade el Alto Perú, El Cielito hace su entrada en Potosí. Corre el mes de mayo de 1813… La afortunada anécdota del coronel Lorenzo Lugones en que se reproduce una estrofa de El Cielito, prueba que el baile platense era popular entre los soldados y, precisamente, que en octubre de 1813 se cantó en la provincia de Chayanta, leguas al norte de la ciudad de Potosí…” (6) También don Florencio López mencionó al General Belgrano en su marcha al Paraguay, y su relación con la danza El Cielito: esta destacada personalidad del folklore del litoral (nacido en Garruchos, provincia de Corrientes el 13 de septiembre de 1909, y radicado en la tierra de Pancho Ramírez y Urquiza desde 1928), estudió, enseñó y difundió el folklore de Entre Ríos como propio.
La chamarrita, el Cielito del Supremo y el Cielito de Entre Ríos o de la Bolsa, son solo algunas de las danzas recopiladas y presentadas en distintos escenarios del país; en especial en el de Cosquín y en el Simposio de Folklore de la ciudad del Valle de Punilla. En una carta enviada al Prof. Pedro Berruti fechada en septiembre de 1949, don Florencio desarrolla todas las vivencias y andanzas que jalonaron el nacimiento del Cielito de Entre Ríos. Precisamente, en una parte de la carta refiere: “… De aquella década (1810-1820) está la Historia Argentina demostrándonos como los ejércitos libertadores llevaban consigo esta manifestación cantada; Belgrano lo lleva al Norte; él también lo deja a su paso hacia el Paraguay, cuando llega a Entre Ríos, en la entonces Villa del Paraná, hoy capital de esta provincia; a su regreso para sumarse al sitio de Montevideo, pernocta en Concepción del Uruguay… Esta referencia histórica la fija el historiador entrerriano Don Gregorio Troncoso Roselli, hijo de esta ciudad y emparentado con la familia Calvento… (la familia Calvento era la familia de la novia del Supremo Entrerriano don Francisco Ramírez). Troncoso Roselli, en vida relataba las informaciones de sus antepasados, los que supieron ver bailar al caudillo con su novia y en otras tantas tertulias de la época, “cielitos”, de cuyas figuras coreográficas hacían referencia sin precisar el orden de ellas. Algunos de ellos, los que se bailaban en los salones aristocráticos, no tenían final alegre, o sea de gato; el de la “bolsa”, sí, terminaba con zapateos suaves, por lucir el paisano de entonces, sus cribados y la bota de potro…” (7)
Desde esta profundidad témporo-espacial traemos reminiscencias de esta danza, que coadyuvaron a pergeñar la idea de recrear un Cielito para nuestro máximo caudillo provincial: El Brigadier General Estanislao López. De esta forma presento un esquema básico y bastante acotado de la historia del Cielito. Un trabajo más enjundioso sobre esta danza, fundamental para nuestro acervo nacional, será abordado en otro momento con mayor amplitud.
Lo evidente es que el Cielito es, ante todo, canto épico, para expresar un estado de ánimo de la masa anónima que siente hervir en su sangre el perenne anhelo del hombre: la libertad…” (1) En este escrito, el eminente profesor santafesino menciona el año 1747. Esto puede llamar la atención, pero se puede leer en una referencia que se consigna en la Descripción de las Fiestas Reales de aquel tiempo que dice: “… En las dos noches el Gobernador y Capitán general propinó un magnífico refresco á todos los circunstantes que sirvió de paréntesis para las contradanzas, minuetos y arias…” (2) Con relación a la definición del término, Fernández Latour (1988:41) escribió: El cielito es el “…Nombre que designa tres especies folklóricas: el texto poético, la danza y la música, que confluyeron en un fenómeno único; pero que luego se disociaron para seguir sus propias trayectorias. Como danza, el cielito integra con el Pericón y la Media Caña, el grupo principal de nuestras grandes danzas de conjunto. Es baile de parejas sueltas interdependientes, derivado de la contradanza, e incorpora elementos criollos alegres y vivaces. Algunas de sus principales variantes fueron el “Cielito en Batalla” y el “Cielito de la Bolsa con relaciones…” (3) Hasta este punto de las citas bibliográficas y de artículos periodísticos podemos decir que la Contradanza o Cielito tiene una antigüedad en el Río de la Plata que se remonta a mediados del siglo XVIII (1747), o sea, finales de nuestra etapa colonial. Sin embargo, fue precisamente en el período revolucionario (1806-1824) que el Cielito o Cielo, tuvo su esplendor y mayor dispersión literaria y musical.
En lo literario específicamente, Los Cielitos y Diálogos Patrióticos de Bartolomé Hidalgo se nos leyeron o enseñaron como la primera manifestación literaria gauchesca y libertaria de la especie en cuestión. Referido a esto encontramos una cita muy interesante en un artículo del autor Rogelio Demarchi (2008) en la revista Espéculo de la Universidad Complutense de Madrid; la cual reproduzco a continuación en un primer punto del artículo total: “…La primera publicación conjunta de las poesías gauchescas de Bartolomé Hidalgo estuvo a cargo de Martiniano Leguizamón [1917], casi cien años después de la muerte del poeta uruguayo, y apenas abarcaba doce poemas. Con todo, desde entonces y hasta hace relativamente pocos años, diversos investigadores han aportado pruebas que llevan a reducir esa cantidad de poemas. Por caso, Antonio Praderio [1986] sostiene: [a] que los dos primeros cielitos que Leguizamón le adjudica a Hidalgo - Cielitos que con acompañamiento de guitarra cantaban los patriotas al frente de las murallas de Montevideo y el Cielito a la aparición de la escuadra patriótica en el puerto de Montevideo-, en realidad forman parte de la recopilación hecha por Francisco Acuña de Figueroa en su Diario histórico del sitio de Montevideo. y [b] que el Cielito oriental es tan diferente a los demás cielitos de Hidalgo que perfectamente podría no haberlo escrito, y si a pesar de ello no lo impugna es por una inexplicada «secreta convicción» [Pradeiro:1986]. (Por si no queda claro: la secreta convicción de un investigador no es razón suficiente para dilucidar la autoría de una obra.) En cuanto al Cielito de la independencia, ya Mario Falcao Espalter [1918: 74] había señalado que no podía haber sido escrito por Hidalgo, y Praderio [1986] ha ratificado esa opinión. El argumento de ambos es el mismo; taxativo y sintético, aunque bien valdría un libro: un oriental artiguista jamás podría haber cantado la proclamación de la independencia de las Provincias Unidas en el Congreso de Tucumán de 1816 por la sencilla razón de que la Provincia Oriental no participó de ese encuentro. Además, el cielito menciona expresamente a los argentinos, término que por entonces era sólo usado por los porteños, como lo ha demostrado José Carlos Chiaramonte [1997: 64]: el vocablo argentino, como adjetivo, «en las primeras décadas del siglo XIX, antes y después de la Independencia, significa simplemente “porteño”»; en consonancia con ello, el vocablo Argentina, como sustantivo, nombraba el proyecto de un Estado con Buenos Aires por capital e integrado por aquellos territorios que se subordinaran a ella. Un ejemplo interesante que analiza Chiaramonte [ibid.: 111-124] y que tiene que ver con la literatura: la famosa antología de poesías titulada La lira argentina -publicada en 1824- tiene un subtítulo por completo olvidado, colección de piezas poéticas dadas a luz en Buenos-Ayres durante la guerra de su independencia. Entre uno y otro se establece una posesión: la argentina es de Buenos Aires. Por lo tanto, apenas si nos quedan ocho poemas cuya autoría no está en discusión…” (4) Cinco Cielitos y tres Diálogos, agrego para aclarar la afirmación.
Con relación a otros conceptos generales, leemos en la obra del gran musicólogo Carlos Vega lo siguiente: “El Cielito fue el gran canto popular de la Independencia. Atraído por la revolución, vino de las pampas bonaerenses, ascendió a los estrados, se incorporó a los ejércitos y difundió por Sudamérica su enardecido grito rural. Soldado inmediato y pronto, al lado del himno majestuoso, es aguijón de la aventura… Inicia su expansión en 1810 y, poco después… marcha con los soldados. Va al Uruguay… va a Bolivia tal vez no con las primeras legiones… sino con los cuerpos bonaerenses que se les incorporan después de la Batalla de Tucumán… Va a Mendoza y a Chile. Un memorialista chileno (Eugenio Pereyra Salas) dice: “San Martín, con su ejército, en 1817, nos trajo el Cielito”… Va al Paraguay, también en temprana fecha; la tradición oral lo conserva hasta hoy …” (la negrita es mía) (5) Al mencionar Carlos Vega que el Cielito va al Paraguay en temprana fecha, está haciendo referencia a la campaña que llevó hasta aquellas geografías el General Manuel Belgrano y sus huestes y soldados. Para probar documentalmente la aseveración que el general Belgrano sabía bailar muy bien Cielitos, y que esta danza la llevó a distintas zonas desde Buenos Aires vamos a una cita de las memorias del Coronel Lorenzo Lugones publicadas por la profesora Mabel Ladaga, que dice: “… Después de la batalla de Salta, cuando el general Belgrano retoma la iniciativa e invade el Alto Perú, El Cielito hace su entrada en Potosí. Corre el mes de mayo de 1813… La afortunada anécdota del coronel Lorenzo Lugones en que se reproduce una estrofa de El Cielito, prueba que el baile platense era popular entre los soldados y, precisamente, que en octubre de 1813 se cantó en la provincia de Chayanta, leguas al norte de la ciudad de Potosí…” (6) También don Florencio López mencionó al General Belgrano en su marcha al Paraguay, y su relación con la danza El Cielito: esta destacada personalidad del folklore del litoral (nacido en Garruchos, provincia de Corrientes el 13 de septiembre de 1909, y radicado en la tierra de Pancho Ramírez y Urquiza desde 1928), estudió, enseñó y difundió el folklore de Entre Ríos como propio.
La chamarrita, el Cielito del Supremo y el Cielito de Entre Ríos o de la Bolsa, son solo algunas de las danzas recopiladas y presentadas en distintos escenarios del país; en especial en el de Cosquín y en el Simposio de Folklore de la ciudad del Valle de Punilla. En una carta enviada al Prof. Pedro Berruti fechada en septiembre de 1949, don Florencio desarrolla todas las vivencias y andanzas que jalonaron el nacimiento del Cielito de Entre Ríos. Precisamente, en una parte de la carta refiere: “… De aquella década (1810-1820) está la Historia Argentina demostrándonos como los ejércitos libertadores llevaban consigo esta manifestación cantada; Belgrano lo lleva al Norte; él también lo deja a su paso hacia el Paraguay, cuando llega a Entre Ríos, en la entonces Villa del Paraná, hoy capital de esta provincia; a su regreso para sumarse al sitio de Montevideo, pernocta en Concepción del Uruguay… Esta referencia histórica la fija el historiador entrerriano Don Gregorio Troncoso Roselli, hijo de esta ciudad y emparentado con la familia Calvento… (la familia Calvento era la familia de la novia del Supremo Entrerriano don Francisco Ramírez). Troncoso Roselli, en vida relataba las informaciones de sus antepasados, los que supieron ver bailar al caudillo con su novia y en otras tantas tertulias de la época, “cielitos”, de cuyas figuras coreográficas hacían referencia sin precisar el orden de ellas. Algunos de ellos, los que se bailaban en los salones aristocráticos, no tenían final alegre, o sea de gato; el de la “bolsa”, sí, terminaba con zapateos suaves, por lucir el paisano de entonces, sus cribados y la bota de potro…” (7)
Desde esta profundidad témporo-espacial traemos reminiscencias de esta danza, que coadyuvaron a pergeñar la idea de recrear un Cielito para nuestro máximo caudillo provincial: El Brigadier General Estanislao López. De esta forma presento un esquema básico y bastante acotado de la historia del Cielito. Un trabajo más enjundioso sobre esta danza, fundamental para nuestro acervo nacional, será abordado en otro momento con mayor amplitud.
Referencias bibliográficas y documentales
(1) Flury, Lázaro para El Litoral de Santa Fe. El Cielito, canto de la Revolución de Mayo. S/f
(2) Lamas, Andrés y otros (1871) Revista del Río de la Plata. Tomo I. Carlos Casavalle editor. Buenos Aires. Argentina.
(3) Fernandez Latour, Olga (1988) Atlas de la Cultura Tradicional Argentina. 2da. Ed. Honorable Senado del Congreso de la Nación. Buenos Aires. Argentina.
(4) Demarchi, Rogelio (2008) El ideologema de la revolución. Los cielitos de Hidalgo. Rev. Espéculo N° 38. Universidad Complutense de Madrid.
(5) Vega, Carlos (1953) Bailes Tradicionales Argentinos. El Cielito. Julio Korn. Buenos Aires. Pág. 5 y 6.
(6) Ladaga; Mabel (2012) Bailes-Danzas Argentinas. Ediciones Ciccus. Buenos Aires. Pág. 205
(7) López, Florencio (1949) Carta a Pedro Berruti. Archivo del Prof. Héctor Luis Costa.
Este cielito con música y letra de Jorge Severo Abdala y Luis Alberto Ferreira. Danza original en homenaje al Brigadier General Estanislao López. La coreografía de la prof. Silvia Giménez, don Jorge Severo Abdala y Luis Alberto Ferreira.
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ResponderBorrarNo corresponden este tipo de comentarios. Le pido a quien lo hizo lo borre. O lo borro yo. Gracias.
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